Me voy a HOLANDA!!!

Después de una semana de estar enfermito y terminarla con muchooooooo trabajo, me marcho en el puente de la constitución a Amsterdam 4 días.
Manel y varios más me quieren meter en sitios malos con cigarritos y esas cosas jejejej pero me parece que lo tienen claro jajajajaj.

Ya me han planeado la ruta a seguir que es está ( pero yo intentare escaparme :-) )

Amsterdam es una ciudad abierta y portuaria y eso se nota en el ambiente y más aún por la noche. El ambiente puede ser moderno e incluso postmoderno, aunque también de lo más clásico e incluso rancio, como el emblemático barrio rojo al este del Dam, con su prostitución de escaparate y sus farolillos rojos.

Comenzaremos con una cerveza al borde de los canales en el Jordan, al otro lado del canal Prinsengracht. Es el barrio más típico y desenfadado de la ciudad, un laberinto de canales, pequeñas casas, cafés y tiendas de antigüedades, frecuentadas por bohemios y estudiantes. Su centro está en la iglesia de Noordekerk (1623) en torno a la cual se instala los sábados un mercadillo de artesanía y productos ecológicos.

Estamos en Holanda, en la patria de la cerveza y la ginebra, y por ello no es de extrañar el abrumador surtido de cervezas de los bares y cafés de la ciudad, desde las famosas marcas locales como Amstel o Heineken, hasta otras perfectamente desconocidas. También sorprende la indicación de ciertos locales de que se sirve marihuana y hachís. Cosas de la tolerante Amsterdam. Aquí servir una pinta (pils) de cerveza es todo un arte, y las fábricas de cerveza pueden ser monumentos, como la de Heineken, cerca de Rembrandtplen, que puede visitarse con el incentivo añadido de la generosa degustación final. El sitio más idóneo para probar la cerveza local es un Bruin Krog, bares oscuros, antiguos y completamente típicos, o en algún café como los que abundan en el Jordaan. Son famosos el Hopee (Spuistraat, 20), del siglo XVII, o el bohemio De Reiger (Nieuwe Laliestraat, 34), pero el decano de todos es el De Duif (Rapenburgerplein, 83).


Y así comienza la noche, que puede tener como música de ambiente el jazz y otros ritmos procedentes de cualquier rincón del mundo. Hay muchos locales, y en muchos de ellos se aprecia todavía un aire de tolerancia y de satisfecha relajación que es la herencia de aquellos míticos años sesenta cuando los jóvenes tomaron la ciudad con sus nuevas proclamas y sus bicicletas blancas. Hoy ya no encontraremos a los hippies en la plazSa de Dam, pero si que podremos disfrutar de una variedad cultural marcada por la presencia de 140 etnias diferentes que conviven tranquilamente.


Afortunadamente la capital holandesa es poco europea a la hora de acostarse. Para ver el ambiente más auténtico y pintoresco de la ciudad es mejor dirigirse de nuevo a las pequeñas casas y canales de Jordan, un barrio de orígenes humildes ocupado a hora por estudiantes, artistas y jóvenes profesionales. Después es el momento de acercarse a Leidseplen, que se anima ya por la tarde o a Rembrandsplein, donde no faltan los locales que cierran muy avanzada la noche.


El jazz es otro de los mitos de Amsterdam. Su catedral es el Bimhuis (Oudesanchs, 73-77), un antiguo almacén que se ha convertido en el local más prestigioso, con actuaciones de músicos internacionales. Otras direcciones que no debes perderte si te gusta el jazz es el Café Alto (Korte Leidsendwarsstraat, 115), o el Joseph Lam Jazzclub (Van Diemenstraat, 8) donde se combina el jazz tradicional con el dixie.


Saludos a tod@s y que paséis un buen puente.